Valencia ha apostado por la salud móvil. Su red 5G privada en el Hospital La Fe permite que ambulancias transmitan en tiempo real signos vitales, ecografías y hasta imágenes 3D del paciente antes de llegar a urgencias. Médicos en el hospital preparan el protocolo de actuación mientras el paciente aún está en tránsito. Esta tecnología ha reducido un 35% el tiempo de respuesta en casos críticos. Los ciudadanos también se benefician con apps de telemedicina que ahora permiten videollamadas en 4K con dermatólogos o fisioterapeutas, con diagnósticos remotos más precisos.
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Bilbao y Málaga lideran el uso del 5G en comercio local. Gracias a la baja latencia, pequeños comercios ofrecen “prueba virtual de ropa” mediante espejos inteligentes conectados: te pones frente al espejo, seleccionas prendas en tu móvil y las ves superpuestas en tu cuerpo en tiempo real. En Málaga, la app “Mercado 5G” permite a los usuarios escanear productos en mercados municipales y recibir información sobre origen, huella de carbono y recetas sugeridas —todo en menos de un segundo.
El 5G también está democratizando el acceso a la educación superior. Universidades como la Complutense de Madrid o la de Granada ofrecen clases magistrales en realidad virtual, donde estudiantes de toda España pueden “sentarse” en primera fila, manipular modelos 3D de moléculas o piezas históricas, y participar en simulaciones interactivas sin retrasos.
Sin embargo, persisten retos: la cobertura aún es irregular en barrios periféricos, y el consumo energético de las antenas 5G preocupa a municipios comprometidos con la sostenibilidad. Pero el camino está trazado: en 2025, el 5G en España no es solo más velocidad —es una nueva capa digital sobre la vida urbana, invisible pero omnipresente, que convierte las ciudades en ecosistemas interactivos, eficientes y profundamente humanos.