Qué NO pueden hacer (a pesar de lo que digan los anuncios):
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- Tomar decisiones médicas sin supervisión humana.
Pueden recordarte tomar la pastilla o medirte la tensión, pero no pueden diagnosticar ni cambiar tratamientos. Si detectan una lectura peligrosa de glucosa o presión, alertan… pero no actúan por su cuenta. La responsabilidad clínica sigue siendo 100% humana. - Entender el sarcasmo, la ironía o el contexto cultural profundo.
Si le dices a tu asistente “¡Qué bien, otro día de lluvia en Bilbao!”, no entenderá que estás siendo irónico. Seguirá felicitándote por el clima. Aunque mejoran, su comprensión emocional y cultural sigue siendo superficial. - Garantizar privacidad absoluta.
Aunque España exige cifrado de extremo a extremo y almacenamiento local de datos sensibles, cualquier dispositivo conectado es potencialmente vulnerable. Las conversaciones íntimas, datos bancarios o rutinas familiares pueden ser interceptados si el sistema no se actualiza o si se usan dispositivos de marcas no certificadas por la AEPD. - Reemplazar la interacción humana en cuidados emocionales.
Pueden simular empatía, pero no la sienten. En casos de depresión severa o crisis emocionales, un asistente puede alertar a un ser querido o al 112, pero jamás debe considerarse un sustituto de apoyo psicológico real. - Funcionar sin conexión a internet (en su máxima capacidad).
Aunque algunos modelos nuevos permiten funciones básicas offline (como temporizadores o luces), la inteligencia contextual, las actualizaciones de seguridad y la integración con servicios externos requieren conexión constante. Un corte de fibra óptica los convierte en altavoces mudos.
En 2025, los asistentes de IA en España son compañeros domésticos poderosos, éticamente regulados y cada vez más adaptados a la vida real ibérica. Pero no son magia. Son herramientas —brillantes, útiles, a veces impresionantes— que funcionan mejor cuando entendemos sus límites. El hogar del futuro no está dirigido por robots: está asistido por inteligencia artificial… con supervisión, sentido común y toque humano.