Pero la IA no solo actúa en hospitales. La app SaludIA, disponible para todos los ciudadanos con tarjeta sanitaria, permite subir fotos de lesiones cutáneas, síntomas oculares o incluso muestras de orina (mediante tiras reactivas compatibles) para recibir un análisis preliminar en menos de 3 minutos. Desarrollada por el Instituto de Salud Carlos III, ya ha realizado más de 2 millones de evaluaciones en 2025, descongestionando centros de salud y acelerando derivaciones reales.
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La protección de datos es prioritaria. Todos los sistemas operan bajo el marco del Esquema Nacional de Seguridad y utilizan técnicas de federated learning: los modelos se entrenan con datos locales sin que estos salgan del centro sanitario, garantizando privacidad absoluta. Además, cada diagnóstico generado por IA debe ser validado y firmado por un profesional humano —la IA asiste, no decide.
El impacto económico también es notable: según un informe del IDIS (Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad), la IA ha reducido costes por diagnósticos erróneos en 1.200 millones de euros en los últimos dos años, y ha liberado más de 800.000 horas de trabajo médico en tareas repetitivas.
España no solo adopta la IA en salud: la está liderando con soluciones éticas, locales y centradas en el paciente. En 2025, la inteligencia artificial no es un lujo tecnológico —es un derecho sanitario que salva vidas, optimiza recursos y acerca la medicina de precisión a todos los rincones del país.