5. Cultura y eventos: conciertos, teatro y exposiciones sin barreras
El Teatro Real de Madrid transmitió en 2025 la ópera “Don Giovanni” en metaverso: 12.000 espectadores de 43 países asistieron con avatares, eligieron su butaca virtual y, durante el entreacto, visitaron una exposición sobre Mozart en una sala anexa digital. Entradas desde 5€ —frente a los 80€ presenciales—. Rosalía y C. Tangana han hecho conciertos híbridos: presenciales en el WiZink Center y virtuales en metaverso, con efectos visuales imposibles en el mundo físico. El Museo del Prado ofrece “Visitas con Goya”: un avatar del pintor te guía por sus cuadros y te cuenta secretos que no están en las placas.
Publicidad
¿Qué ha cambiado desde 2022?
- Accesibilidad: Ya no necesitas gafas caras. El 85% de las experiencias metaverso en España funcionan desde el móvil o el navegador.
- Utilidad real: Se priorizan casos de uso con ROI claro: vender más, enseñar mejor, ahorrar costes, atraer turismo.
- Soberanía tecnológica: Empresas españolas como Werble (Barcelona) o Virtualware (Bilbao) desarrollan plataformas propias, evitando depender de Meta o Microsoft.
- Regulación: España está redactando la primera “Ley del Metaverso” de Europa, que regulará identidad digital, propiedad intelectual y protección de menores.
Desafíos que persisten:
- Brecha digital: aún el 32% de los españoles mayores de 65 años no accede a estas experiencias.
- Fatiga de novedad: muchas empresas abandonaron proyectos por no ver beneficios inmediatos.
- Sostenibilidad: el consumo energético de servidores sigue siendo un debate abierto —aunque cada vez más se usan centros de datos 100% renovables.
Conclusión:
En 2025, el metaverso en España no es ni una burbuja ni una utopía. Es una herramienta —como lo fue internet en los 90— que está encontrando su lugar útil, rentable y socialmente valioso. No reemplaza el mundo físico: lo amplía, lo enriquece y lo hace más accesible. La revolución no suena a ruido de servidores: suena a estudiantes que aprenden mejor, turistas que descubren rincones olvidados, familias que encuentran su hogar sin desplazarse, y artistas que llegan a audiencias globales desde un escenario virtual en Madrid. El metaverso no vino a entretenernos. Vino a resolver problemas —y en España, está funcionando. No es moda. Es evolución. Y apenas empezamos.